4.9.14

Finalizó el 7° Encuentro Nacional de Sacerdotes en Villa Cura Brochero

Oradores: Mons. José A. Rovai, Padre Julio Merediz, 
Prof. Padre Mario Llanos
Este encuentro se realiza cada tres años en el mes de septiembre y coincide con la celebración a un año de la beatificación del Cura Brochero
Mons. Carlos Ñañez
Con la participación de 400 sacerdotes, finalizó el Encuentro Nacional de Sacerdotes organizado por la Comisión Episcopal de Ministerios de la Conferencia Episcopal Argentina. Este año lo animó el lema “Brochero: santidad, espiritualidad y opción por los más alejados”. El martes comenzó con su exposición introductoria el obispo emérito de Villa María, monseñor José Ángel Rovai y por la tarde el padre Julio Merediz SJ, vicepostulador de la causa de canonización del Cura Brochero. Luego se celebró la Santa Misa y una peregrinación al Cristo Blanco. El miércoles 3, el padre Merediz volvió a disertar para los presentes. Más tarde, hubo una celebración penitencial presidida por monseñor Rubén Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús y por la tarde el presbítero y Prof. Mario Llanos, coordinador de la Pastoral Universitaria en Roma.  Por último, este jueves 4 se realizó la Eucaristía conclusiva celebrada por el obispo de la Diócesis de Cruz del Eje, monseñor Santiago Olivera con la imagen de Nuestra Señora del Tránsito. Por razones climáticas no se pudo realizar la procesión con la imagen de la Virgen y las reliquias del Beato por las calles de Villa Cura Brochero.


HOMILÍA DE CIERRE


Homilía de cierre del Encuentro Nacional de Sacerdotes  (Mons. Santiago Olivera)
En Cura Brochero, 4 de septiembre de 2014
Colosenses 1, 24-29
Salmo 22
Lucas 15,1-7
En este lugar que llamamos “corazón sacerdotal de la Diócesis” y que en estos días bien podríamos llamarlo corazón sacerdotal de nuestra Patria, damos gracias a Dios por la vida y ministerio del Cura José Gabriel del Rosario Brochero y también damos gracias a Dios por la vida de cada uno de sus ministros, de cada uno de nosotros que hemos escuchado la llamada del Señor y lo hemos seguido.
 Queremos hoy,  luego de estos días de reflexión y oración renovar nuestro ministerio a la luz de este Beato sacerdote que nos mostró caminos.
En esta Misa le podemos agradecer concretamente a Brochero, su oración. Oración que fue clave de su amor de pastor. EL pastor bueno es el que ora mucho por su pueblo, rezamos en la liturgia de las horas. El pastor que ora sabe descubrir mejor los caminos de Dios, puede vivir con equilibrio y serenidad aún en momentos de tormenta. La dimensión orante debe nuestra vida debe ser cuidada y valorada con especial atención. Un predicador de retiro en tiempos de mi seminario nos compartió su propia experiencia, él nos dijo” siempre la noche anterior programo la hora y el momento de mi oración. Al no tenerla como un compromiso agendado muchas veces es postergada”, y yo estoy seguro también por mi propia experiencia que mucho se debilita si se debilita la vida de oración.
 El Beato Cura Brochero,  rezó. Lo hemos podido recordar durante estos días en la carta que le escribió a su amigo Obispo Yañiz y rezó por los hombres de su tiempo, rezó por los que habían estado antes en su tierra y en la Iglesia, rezó por los que habíamos de venir…, rezó por nosotros y por los que vendrán. Sin duda es fuente de consuelo y alegría sabernos fruto de la oración de Brochero como nos sabemos fruto de la oración de Jesús.
Hemos podido renovar durante estos días la certeza de saberlo con un corazón grande, como un hombre de profunda vida interior y de sólida identificación con Jesús. Hombre de la comunión.  En su vida sacerdotal, estaban todos, los de ayer, los de hoy y los del mañana a nadie dejaba fuera.  Buen consejo para nosotros sacerdotes, llamados con renovado entusiasmo por el Papa Francisco a salir a las fronteras, ir a las periferias existenciales y geográficas de nuestra época y de nuestras geografías para que nadie quede afuera de la invitación a gozar los gozos del Reino.  Brochero lo entendió y lo vivió hace más de 100 años por estas tierras. Iba al encuentro de todos, buscaba a todos pero especialmente a los más alejados y mal visto a los ojos del mundo, porque él, lleno del corazón de Jesús Buen Pastor buscaba y amaba a todos. Y a todos deseaba llevar a la amistad y al encuentro con Jesús. Su predicación era Jesús, su trabajo, su corazón de Cura era llevar a los suyos a Jesús, “camino, verdad y vida”. Su vida era predicación, su vida misma nos lleva a Jesús. Es esta una buena invitación para imitar en nuestro ministerio.
Para nosotros Pastores, necesitados sin duda, de modelos creíbles y posibles, aquí hay buena escuela.
El texto del Evangelio que hemos escuchado nos muestra el rostro del Padre que busca sin cansarse y que sale al encuentro de todos. Y a todos, Brochero,  lleva la riqueza del Evangelio, visita, está, busca, acompaña, porque sabe que nunca  se deja de llevar y dar a Aquel que lo ha encontrado y ha descubierto el Amor que le tiene”.  Nos  recuerda Francisco en Evangelii Gaudium 9 que, “El bien siempre tiende a comunicarse. Toda experiencia auténtica de verdad y de belleza busca por sí misma su expansión”
   Evangelio que nos habla a la vez de la alegría por el encuentro, de pastor y de ovejas,  pastor que busca porque no quiere que  ninguna se pierda.
 Toda la Palabra  que hemos escuchado hoy nos habla de Brochero. El es actualidad de Jesús, configurado con El. Es la actualidad del Evangelio.
Constatamos aquí  lo que hace permanente y presente a los santos, lo que hace que un santo no sea un mero recuerdo del pasado, ni nostalgia de alguien bueno que vivió tiempo atrás. Y lo constatamos porque su permanencia y su presente siempre es la configuración con Jesús, Eterno presente porque el Señor vive en los santos.  Nos atrae Brochero porque representó en su vida a Jesús.
Además de su vida entregada, ejemplo para todos, Brochero nos ha dado la gracia de recuperar el poder hablar de la santidad y desearla. Ciertamente podemos ver a Brochero en su humanidad, como nosotros, en su fragilidad como nos lo compartió el Papa el día de la Beatificación. Un hombre como nosotros. La santidad es posible, porque a ella fuimos llamados.   La santidad, como nos recordaban ayer Monseñor Rovai y el padre Julio Merediz, implica un camino cuyo punto de partida está en el deseo mismo de ser santos. 
Monseñor nos compartió el primer día de nuestro encuentro que lo que caracteriza más y mejor a Brochero fue La caridad pastoral. Caridad pastoral que es reflejo del Amor de Jesús, que nos amó hasta el extremo, y esa caridad debe ser una realidad tal en nosotros, que no sólo es importante lo que hacemos sino la donación de nosotros mismos, “somos para”, Brochero entendió bien lo de Agustín con ustedes cristianos para ustedes (obispo) sacerdote. Este “para”, también debe ir acompañado por el olvido de sí, de servicio, de búsqueda del bien del otro, este “para” bien vivido nos preserva de la tentación de ser autoreferenciales.  Quizá la causa de muchas defecciones o tristezas y caídas de ánimo en el ministerio, tengan como punto de partida “el mirarse uno, en primer lugar” buscando agradarnos, peligro siempre presente y posible.
La preocupación por el pecador (oveja perdida) y el gozo del encuentro puede desorientar como hemos escuchado que les pasó a los fariseos y doctores  que murmuraban, nosotros sabemos que salir de nosotros mismos  da norte y  sentido el ministerio bien vivido. Y volviendo a Francisco “llegamos a ser plenamente humanos cuando somos más que humanos, cuando le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero” (EG 8)
 En la dinámica del Reino no hay nada de poco valor: así sea uno, merece ser buscado y poner allí todas las energías. Cuando a Brochero se le recriminaba y se lo criticaba porque se “juntaba con los pecadores” respondía el Beato, como también hemos escuchado en estos días, que la culpa la tiene Jesucristo porque El vino y murió por ellos.
     Se espera de nosotros que sepamos inclinarnos ante los pecadores y ante los marginados de cualquier clase, porque hemos sido llamados a ser testigos de la misericordia de Dios. Jesús nos lo mostró en su modo de relacionarse con lo más necesitados y pecadores, Brochero nos lo mostró igual.
La palabra de Dios que hemos escuchado de San Pablo a los cristianos de Colosas, puede ser leída en clave Brocheriana.  Brochero que supo unir sus sufrimientos a los de Cristo por amor a la Iglesia, nos abre también la dimensión ministerial  en la cual muchos dolores pueden, unidos a los de Jesús, ser ayuda e instrumento de salvación para nuestro pueblo.  Pablo y Brochero han captado que el trabajo misionero está marcado, sobre todo por el sufrimiento, como corresponde a un Apóstol que sigue las huellas del crucificado. Dimensión que como hombres de fe siempre debe estar en nuestro horizonte, sin escaparle ni esquivarle.
   Dolores, aparentes fracasos, circunstancias adversas de cualquier tipo pueden servir para el cumplimiento del proyecto de Dios. Brochero, gastó y desgastó su vida para que todos sus fieles alcancen la madurez en Cristo, por esta vida en serio, pobre y entregada, nosotros renovamos el mensaje del Beato deseando alcanzar la madurez en Cristo y comprometiéndonos a darlo a conocer a nuestros hermanos.

Que la Purísima, La Mujer del Sí firme y fiel, nos cuide y acompañe en nuestro sí de cada día. Que así sea.

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