28.6.11

Las "Fogaratas" de San Pedro y San Pablo, una tradición que por razones de seguridad se va perdiendo en el país

Los vecinos disfrutan de la tradicional fogata

El párroco Juan Carlos explicó a los vecinos
la historia de esta tradición y luego bendijo
a los presentes 
Las murgas fueron parte del festejo
En algunos lugares del país aun no se resignan a terminar con la tradición y se realizan en especial en los barrios donde no exista mayor peligro de propagar el fuego o de quemar tendidos de cables aéreos que hoy saturan a las ciudades.  Estuvimos presentes el año pasado y decidimos mostrárselo hoy, en una de estas fiestas en el barrio de Villa Lugano en Buenos Aires y con la Comisión de Vecinos que festejó en su oportunidad el Centenario de Villa Lugano, realizaron este acto que refleja no solo una tradición sino también una mezcla de paganismo y religiosidad que unía  las familias y vecinos que compartían las clásicas papas y batatas que se ponían en las brasas.  Por supuesto que en esa oportunidad convocaron a los Bomberos Voluntarios del vecino barrio de Villa Soldati, quienes estuvieron atentos al desarrollo del acto previendo cualquier contingencia en cuanto a la seguridad. En esa oportunidad no se pudo disfrutar de la papa asada porque los bomberos debieron apagar las brasas por el intenso viento que se levantó, pero no obstante, la fiesta se realizó y los vecinos disfrutaron de la nostalgia.
LA HISTORIA
Lo que en es noche del 29 de junio se conmemora, es para los cristianos, la fiesta de San Pedro y San Pablo -el primer Papa y el gran Apóstol de los Gentiles-. Según la tradición, ambos fueron ejecutados alrededor del año 67 por orden de Nerón.  Pedro fue crucificado cabeza abajo según su deseo, por considerarse indigno morir como su maestro. Pablo fue conducido a Ostia (antigua población de Italia) y allí decapitado. 
Nuestra presencia con el jefe de bomberos y organizadores
En la religiosidad popular, el simbolismo del fuego, tiene siempre un trasfondo religioso: borra el demonismo de las brujas, ahuyenta a los malos espíritus y conmemora acontecimientos sagrados.  Así, al comienzo del invierno del hemisferio norte, se hacían en la antigüedad fuegos nocturnos para intentar devolver su fuerza a un Sol que día a día se mostraba más débil. Por otra parte, el cristianismo, dentro de su conmemoración anual de acontecimientos religiosos integra también elementos populares y ritos de naturaleza cósmica.  El sentido purificador atribuido al fuego es el de "quemar a cómplices del diablo".  La muerte de los Apóstoles por crucifixión y decapitación se asocia de este modo, en el rito de la fogata, con el sacrificio en la hoguera.  Así, en lo alto de la "fogarata", no suele faltar el muñeco, una figura humana hecha al modo de los espantapájaros, que es quemado como expíación colectiva, o para rendir homenaje a mártires inocentes.  Hasta suele atribuírsele graciosamente al muñeco la identidad de algún vecino del barrio, tanto como signo de popularidad como a veces de agravio.  Hoy se estila poner muñecos de políticos corruptos (a cuántos habría que poner no?).  Al finalizar la quema, chicos y grandes rodean las brasas cocinando papas y batatas que luego comparten entre los presentes.  Esta fiesta pagana y religiosa que como dijimos se está perdiendo por las disposiciones legales y que no obstante en algunos lugares se sigue practicando, es para muchos una tradición querida  que enlaza con la sacralidad tan primitiva como auténtica del ritual del fuego.  En definitiva, expresa el anhelo de trascendencia que a veces sin sospecharlo tenemos todos los humanos.