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El penal que atajó Olave marcó el principio del fin de River quien bajó su moral en el juego |
El gol fue un balde helado para la esperanzas de River, que mermó velocidad, rendimiento y, con media hora por jugar, debía hacer otra vez dos goles. A los 17’, un penal infantil de Cristian Tavio, le dio una nueva oportunidad al equipo de Juan José López. Pavone se hizo cargo, pero su remate, potente, se encontró con un enorme Olave, quizá fue la justicia divina por su poco deportivo accionar previo. Si algo le faltaba a River, era volver a lidiar con su poca suerte. Franco Vázquez empezó a tener la pelota y Belgrano, a pesar que no podía monopilzarla por mucho tiempo, comenzó a jugar más lejos de su arco. López mandó a la cancha a Fabian Bordagaray, Daniel Villalva, pero River siguió abusando de los centros y su destino se oscureció. Su ilusión se apagó como la tarde. El desorden de sus hinchas, el descontrol de esa pasión desbordada terminaron con el pitazo final. River descendió de la categoría, Belgrano dio el gran golpe en El Monumental, aunque el verdadero palazo lo recibió de sus propios últimos dirigentes, que lo llevaron a ser lo que es hoy. Pasó de “Millonario” a mendigo, de club modelo y de paladar negro a una institución pobre y que sólo sigue siendo enorme por su gente. River sufrió su peor vergüenza en 110 años de historia y jugará en la B Nacional, algo impensado para el fútbol argentino y mundial. Sus hinchas son las únicas víctimas de tanto mal.