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El siniestro día para la democracia |
El 24 de Marzo de 1976 se produjo el golpe militar más sanguinario de la historia reciente en la Argentina, que no comenzó allí, sino que fue una continuidad de lo iniciado aleatoriamente hasta nuestros días por distintos personajes desde 1930 con el golpe del general José Félix Uriburu quebrando el período constitucional del presidente Hipólito Irigoyen; luego siguieron el de 1943, el del 55', que destituyó al gobierno constitucional del general Juan Perón, para más tarde -en 1962- al gobierno del Dr. Arturo Frondizi.
En 1966, capitales petroleros y de laboratorios medicinales usando a su "chirolita" general Juan Carlos Onganía, pusieron fin al gobierno del Dr. Arturo Illía, para que luego de distintas sucesiones entre militares, el general Alejandro Lanusse se viera obligado a llamar a elecciones que dieron como ganador a Héctor Cámpora, que debió renunciar poco tiempo después, asumiendo el poder transitorio Raúl Lastiri, yerno de "el brujo" José López Rega, quien asumió el poder virtual e inauguró en forma anticipada un grupo paramilitar bautizado como la "Triple A" sembrando de secuestros, muerte y terror que después continuaron Videla, Agosti y Massera a partir del golpe militar que derrocó a María Estela Martínez de Perón el 24 de marzo de 1976, tomando como base el decreto firmado por el entonces presidente del Senado Dr. Italo Luder en reemplazo de la presidente por licencia, en el cual autorizaba a las fuerzas armadas a “aniquilar la subversión”, el que luego utilizaron para constituirse en bandas de mercenarios que se desbocaron realizando actos criminales, de venganza y de saqueo. No olvidemos que en todos estos golpes militares hubo no solo la intervención de empresas sino también de políticos y civiles que colaboraron en su realización tanto con apoyo económico como logístico. Tampoco olvidemos la cantidad de argentinos que el día del golpe salieron a la calle a festejarlo.
Hoy, a 35 años de ese golpe que desconoció junto a tantos otros los valores de la Democracia y la Constitución, la sociedad y los partidos políticos -sin cabezas relevantes y con más de lo mismo- siguen inmersos en antagonismos "izquierdosos" y "derechosos" sumados a la ambición de perpetuidad y poder económico, que ponen en jaque a cualquier candidato de buena voluntad que llegue al poder y que nos hacen pensar en algún lunático que quiera volver al pasado.
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Para que la historia no se repita y este sea el destino de quienes atentan contra la democracia |